creativity, thinking, painting-4912475.jpg
Sanar

Lo visible y lo invisible

11 de mayo de 2023

Me acordé de cómo, hace varios años que vivía sumida en una profunda depresión (aunque no se notara desde lo lejos), en épocas sentía que a nadie le importaría ni notarían si me moría, si dejara de existir. Pero cuando casi me morí, le importó a mucha más gente de la que siquiera imaginaba. No quisiera haber tenido que pasar por eso para enterarme de que soy valiosa para muchas personas, para saber que mi existencia y mi chamba sí hizo la diferencia en la vida de más de una.Pareciera que ahora que estoy más enfocada en el enorme, permanente y muy político trabajo de sanar yo misma, física y emocionalmente, como no hago cosas “hacia afuera”, desaparezco. Pero sólo desaparezco del radar de quiénes sólo miran personajes a quiénes admirar, porque el valor real de la existencia de una no es el reconocimiento público y superficial que muchas personas expresen, sino el cariño que las personas que me sostienen, y que a la vez sostengo, me demuestran todos los días, con los más pequeños detalles cotidianos. Porque ese cariño está tejido de reconocimiento profundo, de admiración, de ensamblaje de nuestras existencias compartidas. Ese cariño es horizontal, es recíproco y es altamente político, porque se teje en lo íntimo, más allá de las miradas y reflectores de las redes, porque transforma nuestras vidas a cada momento sin hacer alarde alguno. Como el vínculo que tejo con mis amigas, con mi mamá, con mi amora, con mi tía, con mis profesoras y mis estudiantes: son vínculos complejos que implican toda la dimensión de nuestra humanidad, con lo bueno y lo malo, y van siempre de ida y vuelta. En los espacios sectarios en los que me hundí hace varioa años me enseñaron que la admiración es unilateral: que la felicidad era tener muchas fans que aplaudieran y aprobaran sin cuestionar todo lo que yo decía. Que cualquier disenso era causa de expulsión, de funa, de exclusión. Esa aprobación no es reconocimiento, es autoritarismo unilateral y egocéntrico que no mira a las otras como pares, que no construye diálogo, que no transforma y que no aporta crecimiento a ninguna de las partes, aunque parezca que hay una que ilumina y enseña a las otras, mientras no haya diálogo no hay crecimiento. Y eso es lo que aprendí bien con los años. Que la gente que vive de la aprobación externa es la que más necesita sanar, pero a la que le da más terror mirar hacia adentro. Es triste, pero también es peligroso, porque hay quienes harán hasta lo imposible, aplastando a quien sea para obtener esa aprobación unilateral que da sólo unos minutos de satisfacción y que siempre deja un vacío que se busca llenar con más y más aprobación, que jamás será suficiente. Porque el problema es que sólo los vínculos profundos, honestos, horizontales y complejos que tejemos todos los días en la cotidianidad y la intimidad son los que nos pueden llenar la vida. Yo nos deseo a todas que en algún punto podamos llenarnos la vida, llenarla de verdad.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *