Gratitud
A ti te debo la vida. A ti, a ellas, a ellos.A todas las personas que pusieron un grano de arena para que yo siga en este mundo. A quienes le gritaron al tráiler que se detuviera y evitaron que sus llantas, su velocidad y sus toneladas me convirtiera todo el cuerpo en papilla. A quienes le dijeron que se echara en reversa y así hicieron que su llanta no pasara más tiempo sobre mi cuerpo. Al chico que se acercó, y temblando de miedo y horror me dio la mano y me dijo que todo estaría bien, que llamó a mi familia para darles la noticia. A la chica que alejó a los morbosos que querían una foto de mi cuerpo abierto y desgarrado en dos. A la señora que llamó a la ambulancia. A la pareja que llevó a mi mamá al hospital, porque ella no podía manejar por el shock. A los paramédicos que me sacaron de abajo de las llantas y me estabilizaron. A la médica de urgencias que se negó al deshaucio cuando el médico dijo “no hay nada que hacer ya por esa pierna”. A las enfermeras de terapia intensiva que me cuidaban con amor y compromiso, como si yo fuera un ser humano cuya vida vale, y no un número de cama al cual hay que atender por obligación y con tedio.A las enfermeras que desobedecieron al médico y me cambiaron los vendajes que él no cambió para evitar que me infectara todavía más. A las anestesiólogas. Las enfermeras de quirófano, las cirujanas…La médica que me salvó de la infección terrible que me causó la negligencia de mi médico tratante, la única que me trató como persona, que hablaba conmigo y me cuidaba.A todas las hermosas mujeres de mi familia y de mi familia elegida (no sanguínea), que me dieron el amor que necesité para poder seguir queriendo vivir. A los únicos tres hombres que hay en mi familia, y que, en su incapacidad emocional, dieron lo único que supieron dar, pero lo dieron con todo el amor que me tienen y el terror que tenían a perderme y no sabían ni cómo gestionarlo.A las amigas de mi hermana que me consiguieron cambio de hospital y cirujana y que evitaron que la infección se llevara mi vida. A las cirujanas que se hicieron cargo de lo que el médico hizo mal, y lo repararon con amor y compromiso. A las hermosas enfermeras que me cuidaban, me hacían chistes, me trataban con cuidado y compromiso. Al médico que me detectó el derrame en los pulmones y evitó que muriera. A más y más enfermeras, el andamio de la recuperación de cualquier paciente. Al médico que me hablaba amorosamente y me acariciaba el cabello cuando despertaba de la anestesia para decirme que todo había salido bien.A la doctora que me encontraba llorando y se sentaba a hablar conmigo y reconfortarme. A la doctora que me hacía chistes y se preocupaba por cualquier síntoma que yo tuviera aunque pareciera insignificante para los otros médicos. A la psicóloga que me escuchaba amorosamente y con admiración. Al psiquiatra que me hablaba con empatía y me daba más que sólo medicamentos: escucha, consejos e incluso me compartía sus propias experiencias de recuperación. A la enfermera que me cambió de cuarto, sólo por generosidad, sin obligación. A todas las enfermeras que me hacían reír. A las mujeres que hacían la limpieza y me daban siempre una plática amena. A las que llevaban la comida y me tenían paciencia cada que volvían a recogerla y yo no había probado bocado pero me la dejaban un rato más, para que no me quedara sin comer todo el día. A las trabajadoras sociales, que ponían su disposición en todo momento para ayudar. A los camilleros que eran cuidadosos, a aquél que me decía, mientras me llevaba por veinteava vez al quirófano: “todo va a salir bien”. Al que me dijo que si quería tomar un rayito de sol, podía hacer una pausa en el pasillo para dejarme sentir el calor del sol que yo no había visto en meses.A todas, todas las personas que mandaron mensajes de aliento a mi hermana. A mi familia entera. Que les dieron un abrazo. Que les dieron un consejo. Que les regalaron un aceite, unas vitaminas, unos parches, una medicina para las heridas, que con todo su amor ofrecían lo que podían para aliviar mi dolor y el de mi familia.A todas las personas que donaron uno, diez, mil pesos para que mi familia siguiera pudiendo soportar los gastos de mi hospitalización. A las que donaron sangre. A las que consiguieron un contacto, un médico, un abogado, lo que fuera.A quienes lloraron unas lágrimas por mi dolor. A quienes me regalaron su sagradísimo llanto.A quienes hicieron todo lo que estuvo en sus manos para ayudar en lo que fuera, como fuera, cuando fuera.A quienes me dieron la fuerza de su amor, de su amistad, de su apoyo, de su empatía.Ustedes saben quiénes son. Yo quisiera poder decirle a cada una, a cada uno de ustedes que les amo infinitamente porque gracias a ustedes estoy viva. A cada una, a cada uno de ustedes les debo la vida.Yo no sé cómo se agradece eso. Yo no sé cómo poder expresar la gratitud infinita que me desborda cada día, así que lo hago así. No es la mejor forma, seguramente, pero hay tantas personas anónimas que me ayudaron, que no conozco y quizá jamás sepa quiénes son, que lanzo esta botella al mar diciéndoles: Gracias. Gracias infinitas.Tú, tú eres la razón por la que estoy viva. Gracias.