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Sistemas de opresión, vialidad y accidentes mortales

8 de diciembre de 2022

Hace un par de días leía las eternas discusiones que existen en las páginas que hablan sobre ciclismo. Es evidente el odio y la tirria que hay hacia quienes utilizan la bicicleta como transporte. No es nada que yo no haya vivido en carne propia: cuando vas en bicicleta, además de la evidente falta de infraestructura que hace que nuestros trayectos sean una permanente amenaza a nuestras vidas, también están los actos con dolo contra los ciclistas. Cuántas veces, antes de que me atropellara un trailero .quien después de todo, cuando nos hicieron carearnos, me dijo: “Es que las bicis no deben ir por las calles”- no me aventó el carro un automovilista, con el único fin de asustarme o “ponerme en mi lugar” porque, bueno, las bicis no tenemos derecho de circular por la cuidad, parece. Es paradójico, porque los automovilistas (que yo también he sido: es decir, he sido peatona, automovilista, ciclista y usuaria de transporte público) se quejan constantemente del tráfico insoportable de esta ciudad, pero a la vez pareciera que intentan exterminar a quienes usamos una alternativa para mitigar el tráfico (y la contaminación).Lo que sucede también es que hay una situación de guerra entre quienes usan el espacio público, con la idea de quién tiene más derecho de estar ahí, una competencia que impide la visión de que es perfectamente posible coexistir de manera armónica. Pero para ello es necesario eliminar, precisamente, esa idea de competencia atroz por el espacio. Si hay una ciclovía implica que hay más posibilidad de que las personas ciclistas se transporten de ese modo y así haya un coche menos circulando por esa misma vía. Un coche, que por cierto, ocupa el quíntuple de espacio que una sola bicicleta, y contamina el 100% más que una bicicleta. Pienso que también lo que confronta la bicicleta y que les molesta tanto a los automovilistas que se sienten con el completo derecho sobre las vías, es la velocidad: porque las bicicletas también retan esa idea capitalista patriarcal citadina de que mientras más -más rápido, más fuerte, más potente, más ruidoso, más ostentoso- mejor. O más bien, que mientras más, más poder y entonces más derecho. Es esa idea darwinista mal entendida de la supuesta “supervivencia del más fuerte”, que en realidad siempre ha sido “superviviencia de quien se adapte mejor”. Supervivencia de quien tenga más flexibilidad, más resiliencia. Pero, por supuesto, que en un esquema patriarcal, racista, colonial, capitalista y más etcéteras, esa lógica permea todo espacio: quien tiene más dinero, tiene un auto. El auto es más rápido, más ostentoso, ergo, tiene más derecho a transitar la ciudad. Sin importar que el auto genere tráfico y contaminación innecesaria, porque gran parte de los trayectos en auto los hace UNA sola persona dentro del auto, ocupando el espacio que es para cinco personas, y contaminando por las 40 que cabrían en un mismo autobús. Por supuesto que no estoy en contra del uso del automóvil, tanto porque sé lo ineficiente que es el transporte público, pero sobre todo por lo capacitista que es esta ciudad. Una persona con cualquier restricción de movilidad, es imposible que ande de forma segura por la ciudad, tanto por las calles en pésimo estado, como por lo inseguro que es ser petón si no se cuenta al cien con las capacidades físicas para, por ejemplo, correr si se nos pone el verde a medio cruzar la ancha avenida, o para subir puentes peatonales, para subir los altos esalones de los microbuses y agarrarse con uñas y dientes cuando éstos arrancan, o para soportar los empujones en el metro sin caerse o perder el equilibrio.Sin embargo, eso: una persona completamente sana, sin necesidad de cargar enormes cantidades de mercancía, o transportar bebés o personas con discapacidad, mayores, con dolor crónico, etc. perfectamente podría usar el transporte público o la bicicleta combinada con otro transporte SI esto fuera seguro. Y además de la infraestructura, lo más importante para que la ciudad sea segura son las personas. ¿Quién maneja el transporte? Pues sí, personas. Más comúnmente, hombres, que son la arrasadora mayoría de conductores de transporte de carga, de pasajeros, ambulancias y taxis. Si estos conductores no vivieran luchando por mostrar su superioridad y derecho único del uso de la ciudad, si siguieran las normas básicas como contar con los elementos de seguridad (espejos suficientes en los tráilers, por ejemplo) respetar límites de velocidad, no manejar bajo influjos de sustancias, ocupar los carriles correspondientes y dar realmente la prioridad a peaton@s y ciclistas, en ese orden, los accidentes podrían evitarse. Por supuesto que lo mismo aplica para toda persona que haga uso de las vialidades, y que funcionan con la misma lógica patriarcal, por cierto: los ciclistas muchas veces intentan rebasar a los autos, con la total ignorancia de que la velocidad que alcancen, por más que se sientan muy machos y superpoderosos, nunca será mayor a la de una máquina automotora. O se sienten muy intrépidos por ir en sentido contrario a toda velocidad. O con audífonos, porque obvio a ellos no les pasa nada. O invadiendo pasos peatonales y banquetas, porque ellos tienen más derecho que quienes andan a pie (porque son más rápidos, más fuertes, o sea: más onvres).Y tampoco faltan los peatones que se cruzan corriendo a media calle, pasándose el alto, porque, claro, le pueden ganar a un coche o a una bici, al fin son bien fuertes, rápidos, valientes, machotes. Cuántas veces, cuando he ido al volante, me han mentado la madre por no pasarme un alto, por no ir más rápido, por no dar la vuelta mientras están cruzando personas. Recuerdo una vez que me detuve antes de dar la vuelta para dejar cruzar a una señora (nada de amabilidad, eso está en el reglamento de tránsito, al dar la vuelta tienen prioridad de cruzar peaton@s y ciclistas antes que los autos) y un tipo atrás de mí, pitando como neurótico porque yo no avanzaba, decidió echarse en reversa para poder rebasarme y dar la vuelta, aceleró como loco y por dos pelos se lleva a la señora mayor que estaba cruzando y por la cual yo estaba detenida. Es que qué ridículo, qué poco masculino es respetar las normas, respetar el lugar que tenemos en la escala vial, poniendo antes a peaton@s y ciclistas. Qué poco masculino es asumir que no son los únicos con derecho de usar la ciudad. Que no tienen derecho a todo, sobre las demás personas. Hablando de esto, la discusión surgió porque publicaron un post donde decía que las bicicletas tienen derecho a usar el carril completo, cuando no hay ciclovía (también he viso inumerables veces a ciclistas onvres ir por el flujo vehicular cuando hay ciclovía, quizá les parece de “maricones” usar la ciclovía, “mejor demostremos nuestra masculinidad andando entre los carros, porque claro, no le tenemos miedo a nada, y es más, yo puedo rebasarlos porque soy muy machote, rápido, fuerte, superior”).La discusión era la de siempre: gente diciendo que “pero no usan casco” (como si eso tuviera algo que ver con el derecho al uso del carril completo), o diciendo “pero se pasan los altos, se van por la banqueta”, como si el hecho de que algunos ciclistas rompieran esas normas quitara el derecho a tod@s l@s ciclistas al uso del carril. Lo cual, por cierto, es una cuestión total de seguridad: implica mayor visibilidad, menos posibilidad de atorarse en las coladeras que van pegadas a la banqueta, o de que nos abran una puerta y nos tiren. Es, precisamente, para que seamos más visibles para l@s automovilistas. Otra gente diciendo: “si de por sí hay mucho tráfico, con estas políticas vamos de mal en peor”, ignorando que quienes hacen el tráfico que aborrece son los autos, no las bicicletas.En fin, en la discusión se hace muy evidente el clasismo atroz (“muertos de hambre, cómprense su coche”), el patriarcado con la lógica de que el más fuerte tiene más derecho, y esa lógica capitalista que une todas esas lógicas para mostrar que estamos en guerra porque no somos capaces de compartir el espacio público y respetar a quienes lo usan de forma distinta.Por cualquier cosa, les coloco el artículo 17 que habla sobre este derecho. Y por cierto, yo como ciclista tengo claro que, por lo mismo, es casi imposible ejercer este derecho, porque los autos se avientan sobre las bicicletas que osan a querer ocupar su espacio en las calles. De manera que esto se vuelve un riesgo para la vida.Y bueno, el patriarcado y el capitalismo, con su trailero conduciendo mercancía en horario no apto para transporte de carga (también hay un artículo en el reglamento que marca las restricciones de circulación para transporte pesado de carga, y que, por supuesto, tampoco se cumplen) me dejaron muy claro -de una manera atroz e irreversible que me puso al borde de la muerte por tres meses y me dejó secuelas de por vida- que yo, como mujer ciclista, no tenía derecho a usar la ciudad. Y después de que me atropellaron, hoy en día, la gente no deja de preguntarme “¿Pues qué andabas haciendo? ¿Pues donde andabas? Pero, ¿traías casco?” No sé si noten los paralelismos cuando una mujer es agredida sexualmente o asesinada. Porque, por cierto, el casco está pensado para golpes por caídas, no para cuando un tráiler te pasa por encima de la pierna. ¿Qué relevancia tiene, por ejemplo, si traía casco o no, para haber evitado que un trailero que no traía los espejos reglamentarios y que circulaba en horario prohibido por la ciudad, no me viera y me arrollara? No es realmente sobre el casco o sobre el uso de las ciclovías, se trata de un castigo ejemplar para volver a decirnos que no tenemos derecho a pedalear por la ciudad. Así como se nos dice a las mujeres que no tenemos derecho a andar en la calle. La lógica es la misma: formas atroces y violentas de querer evitar que compartamos espacios, que tengamos derecho a existir en lo que consideran que es “su” mundo, “su cuidad”, que no nos las prestan, dicen.

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