Autorretrato claroscuro I.
Los autorretratos tienen un poder sanador, especialmente porque nos obligan a mirarnos de manera profunda, continuada, meticulosa, directa… directamente a los ojos: no hay manera de esconderse ante el escrutinio de nuestra propia mirada curiosa que quiere descifrar nuestra esencia. La esencia de nuestra tristeza, de nuestro dolor, de todas las historias que esconde el brillo de nuestros ojos o la casi imperceptible tensión de nuestros labios. Toda nuestra historia, nuestras emociones, sueños, miedos y anhelos está incrustada detrás de la piel de nuestro rostro. Intentar extraer aquello que nos hace ser nosotras para poder plasmarlo con grafito sobre un papel, es al mismo tiempo un acto de entendimiento propio. No importa si físicamente el dibujo se parece: el ejercicio de mirarnos es poderoso en sí mismo.